La reina Isabel II se enfrenta en soledad al ocaso de su vida profesional como monarca. La corona le pesa más que nunca desde que, hace pocos días, tuviera que despedirse del príncipe Felipe, su marido durante 73 años y el gran amor de su vida.
Pudimos ver a la reina despidiéndose del duque de Edimburgo en la Capilla de San Jorge, en el Castillo de Windsor tras fallecer a los 99 años. El funeral del duque fue íntimo con 30 invitados, casi todos familiares.
De este mismo modo, discreto y en recogimiento, Isabel II planea celebrar el próximo 21 de abril su 95 cumpleaños. La reina está de luto y no tiene el corazón para celebraciones de ningún tipo, aunque se trate de su propio cumpleaños.
Isabel II siempre ha sido de las que celebra su cumpleaños a lo grande con evento organizado e incluso retrato oficial, sin embargo, este 2021 está siendo distinto por muchas cosas, entre ellas la pandemia y el adiós de Felipe.
Es por este motivo que la reina no va a celebrar ningún evento público y tampoco privado ni familiar porque su estado anímico no se lo permite. La monarca ha pedido explícitamente al gobierno británico que cancele todos los actos que, habitualmente, se celebran en su honor en tan señalado día.
En el cumpleaños de la reina se lanzan salvas de cañón desde la mítica Torre de Londres y este es uno de los eventos que Isabel II ha pedido que no tenga lugar y es que, aunque 95 años no se cumplen cada día, este año no tiene nada que celebrar.
Otra de las tradiciones típicas es la de su fotografía oficial que llega, mediante redes sociales, a todo el mundo y que permite ver a Isabel II año tras año pero tampoco tendremos la ocasión de ver dicha imagen en esta ocasión.
La reina Isabel II pasa momentos bajos y, a pesar del dolor de la pérdida de su marido, intenta seguir a rajatabla con sus obligaciones institucionales de la corona pero como su cumpleaños es algo más personal y protocolario que profesional, ha decidido tomarse una pausa, al menos, en este sentido.
Según lo que ha trascendido a la prensa, la monarca se encuentra en el Castillo de Windsor acompañada por sus tres inseparables y fieles aliados, sus perros de raza corgi así como rodeada de las atenciones del personal de servicio de palacio que lleva muchos años con ella.
Para que no se sienta sola en ningún momento y pueda arroparse también en el calor familiar, los más allegados como su hijo Carlos o su nieto y esposa, William y Kate, hacen turnos para acompañarla en su retiro elegido y temporal.
Su nieto Harry también está presente y apoyándola en el luto, tanto es así que ya debería estar de vuelta en Estados Unidos y ha decidido alargar su estancia un par de días más para ‘mimar’ a su abuela.
La verdad es que el gesto de Isabel II, al margen de que sea reina, es de lo más humano que existe. Como mujer que acaba de perder a su esposo, es natural que tenga ganas de recogimiento y no de festejar absolutamente nada.