En ausencia de tratamientos efectivos o la disponibilidad amplia de una vacuna, la Región de las Américas podría experimentar brotes recurrentes de la COVID-19, intercalados con períodos de transmisión limitada, por los próximos dos años.
Los casos de COVID-19 en las Américas han superado los 4,5 millones, con 226.000 muertes al 23 de junio. Desde el mes pasado, los casos se han triplicado en América Latina y el Caribe, de casi 690.000 el 23 de mayo, a más de 2 millones hoy. «Ahora hay transmisión generalizada en la mayor parte de Centroamérica. En América del Sur este fin de semana, Brasil superó el millón de casos de COVID-19, sumándose a Estados Unidos como el único otro país del mundo con casos en los seis dígitos. El Caribe va mejor, pero con zonas calientes en la frontera de Haití y la República Dominicana, así como dentro del escudo guyanés».
La flexibilidad en la respuesta es clave, señaló la directora de la OPS, Carissa F. Etienne, . «Las medidas de salud pública, así como los esfuerzos de protección social, tendrán que ser revisados periódicamente para minimizar el impacto del virus en nuestras sociedades.
La doctora Etienne llamó a «priorizar la detección temprana de casos sospechosos, las pruebas de laboratorio, el seguimiento de contactos y la cuarentena como base de una estrategia específica y sostenible para controlar la COVID-19». Indicó además que se necesitarán más inversiones en recursos humanos, suministros, mejor vigilancia, así como el desarrollo y adopción de nuevas herramientas.
La Directora de la OPS pidió una cooperación regional concertada contra la enfermedad. «Aunque nos alegramos cuando un país aplana con éxito su curva epidémica de COVID-19, el riesgo de resurgimiento siempre existirá, a menos que todos aplanemos la curva a nivel regional y global».